Celebrando el verano [ Ai ]

Entró al piso completamente desesperada, me vió y rompio a llorar. Corrio hasta mi me abrazó y la abracé, olia tan pero tan bien y yo todabia seguia algo enfedada así que la aparte de mi. Miró mi boca y luego todo mi cuerpo buscando algo, miró el resto de la habitacion y cuando por fin vió los cuerpos cayó al suelo como una roca.
Pense seriamente en mi siguiente paso, por muy enfadada que estuviese le queria. Le deje en el suelo lo primero era sacar los cadaveres, los metí en el maletero del coche de Reira y a ella aun inconciente le senté detras yo conducí hasta el Parque Nacional Chichibu Tama Kai. Me detuve en el Monte Mitake y entre los arboles cavé un hoyo lo suficientemente hancho y ondo para 5 personas, jamás las encontrarian. Saqué los cuerpos y los puse a un lado de la improvisada tumba, era de madrugada y el cielo estrellado acaparó mi atención. Unas dos horas despues Reira se despertaba y yo fuera del coche cubierta de tierra le pedí que mantuviera la calma que pronto le explicaria todo pero antes debia ayudarme.
- Se que te sera muy dificil pero tenemos que sepultarlas, pensé en hacerlo sin ti pero supuse que querrias saber donde estarian enterradas y quiero que me ayudes con esto. - Claramente no necesitaba ayuda pero queria que lo hiciera, que estuviese allí y lo mirara todo ya que despues de todo ella tenia gran parte de culpa por lo sucedido.
Le llevé hasta la fosa y soltó solo una lagrima, era por Yomi. Iba a poner los cuerpos dentro pero dijo que no que ya lo hacia ella y con un pequeño empujón Elena y Yomi cayeron en la eterna oscuridad de donde nunca saldrian. Volvi a usar mis manos para tapar el agujero, faltaba poco para el amanecer le daria la oportunidad que muy pocos han tenido en la comunidad inmortal, vivir en la luz o ser parte de las sombras.

Desperte en el coche, por que estaba Saya cubierta de tierra? Oh si, mis difuntas amigas tendrian que ser enterradas. Lo que me dijo era cierto tenia que saber donde estarian descansando, si que seria duro verlas por ultima vez. Saya queria hacerlo ya pero dije que parara, observé sus caras y de un empujón cayeron haciendo un ruido sordo. La dulce Saya tapó el agujero con sus manos, fue raro y enternecedor a la vez.
Pasamos un rato en silencio mirando el cielo estrellado.
- Bueno creo que ya puedes empezar a decirme quien eres en realidad - Me contó sobre su naturaleza sobrenatural, lo horrible de la sed y como la aliviaba, el peligro que suponia que yo supiese todo aquello y lo siguiente me tomó desprevenida: - Deseo convertirte en inmortal, tu decides si aceptarlo o no. Si decides aceptar solo entraras en contacto con los humanos para alimentarte tendras que apartarte de ellos hasta que puedas controlarte, si dices que no entonces jamas deveras contarle esto a nadie por que si lo haces te mataré como a tus amiguitas.
No dije nada, solo pensaba: Terminaré muerta de todas formas.
- Puedo tener unos dias para pensarmelo?
- No, me temo que no tendras ese lujo.
- Me has quitado a dos personas que me importaban, solo me quedas tu. Estaras conmigo en esa supuesta inmortalidad?
Ya amanecia y ella sonreia tiernamente. - Si, lo estaré. Ahora veras algo magnifico y una de las razones por la cual no salimos al sol en presencia de humanos.
Estaba junto a mi y la luz avanzaba rapidamente cuando esta llegó hasta su piel la cual brillaba intensamente como diamantes.
Se movió tan rapidamente que ni sentí cuando se paró justo detras de mi. Me sujeto fuertemente y me mordió el cuello, enseguida sentí un terrible dolor y algo muy caliente expandiendose desde mi cuello al resto de mi cuerpo. Saya me tomó en brazos y me llevó a otro sitio mientras yo solo escuchaba mis gritos.

Mientras hablabamos el amanecer nos bañó con su magnifisencia y yo me mostraba sin temor ante ella. Habiamos tomado nuestras deciciones y eran similares, me moví rapidamente hasta su espalda le agarré fuertemente y mordí su cuello. Retrocedí para no acabar matandole, ella gritaba fuertemente a causa del dolor. Lo mejor seria que pasara el proceso lejos de los curiosos excurcionistas. La tomé en brazos y corrí con ella lejos de allí, el venedo se estaba extendiendo por todo su cuerpo, estaba comensando su transformación.

Continua en New Born