Hogar de Edward y Bella [+18]

*Mi blusa desapareció en unos pocos segundos gracias a un ágil movimiento de sus manos, mi torso quedó desnudo, solo el brazier cubría mi pecho. Volví a besarle apasionadamente, apegando mi cuerpo al suyo. Sus besos eran enérgicos que hacían que de mi boca se escaparan gemidos.*

*Un calor comenzó a recorrer mi cuerpo lenta y placenteramente. Deseaba estar así con él por siempre, estar tan cerca el uno del otro que nadie nos pudiese separar. Sus manos comenzaron a acariciar mi espalda y cintura, su tacto me hizo estremecer.*

*Sus manos por mi espalda, el toque de sus dedos, tan suaves como la seda, me hicieron estremecer. Reí un poco cuando Edward rompió el broche de mi brazier y comenzó a disculparse. Le sonreí mientras él quitaba los tirantes de este y yo quedé completamente desnuda de las caderas para arriba.*

*Sus manos recorriendo mi cuerpo de nuevo delicada y lentamente. Sentí sus labios sobre mi cuello y esto me hizo estremecer nuevamente. Posé mis manos en su espalda y comencé a recorrer su piel suavemente con la punta de mis dedos.*

El placer que me provocaban sus besos en mis pechos me hacían arquear levemente mi espalda y gemir. Mordí mi labio inferior para que los gemidos cesen, pero no era lo suficientemente fuerte para aguantar mucho tiempo, por lo que gemí varias veces mas. El deseo de estar mas con él incrementaba y no me permitía pensar claramente.

Me mordí el labio con una sonrisa pícara en mis labios, miré su rostro con deseo, me acerqué mis labios a los suyos juntándolos en un nuevo y apasionado beso. Mi mano pasó de su pecho a su boxer y lo hice desaparecer en menos de un segundo, dejándolo desnudo.

Comencé a recostarme en la cama, atrayendolo hacia mi, jalándolo levemente del cuello, mientras nuestro beso seguía. Posé mis manos tras su cuello, mientras le acariciaba la espalda. El roce de su cuerpo con el mio me hacía sentir tan viva y humana como nuestra primera noche.

Gemí. Gemí una y otra y otra vez. Clavé mis uñas en su cuerpo.
Nadie jamás me había echo sentir así, era él y solo él... Solo era suya, mi cuerpo no le había pertenecido ni jamás le pertenecería a otra persona, solo era de Edward.
Sus palabras hicieron que una sonrisa apareciera en mi rostro.
Cada envestida de su cuerpo contra el mio me hacía desearlo mas y más.
No quería parar, ni pararía tampoco.